Las empresas están cada vez más cómodas aumentando sus precios, lo que podría indicar que los incrementos rápidos se están volviendo arraigados. Aunque la atención pública sobre la inflación ha disminuido, esto podría ser una mala noticia, ya que las personas podrían acostumbrarse a una inflación alta, lo que aumenta las posibilidades de que persista. Esto deja a la Reserva Federal ante la difícil elección de inducir una recesión profunda para reducir la inflación o renunciar a su objetivo de inflación del 2%.